La Fe y Tradición del Señor Crucificado en Chincha
En la ciudad de Chincha, la fe y la tradición se unen en una de sus expresiones religiosas más significativas: el culto al Señor Crucificado.
Esta figura, esculpida en un antiguo olivo hace más de un siglo, ha sido fuente de inspiración y devoción para los chinchanos, quienes la veneran cada Jueves Santo y en el mes de octubre.
Este artículo explora la fascinante historia detrás de esta venerada imagen que simboliza la identidad espiritual de Chincha.
Orígenes de la Devoción: La Necesidad de una Imagen Propia
Durante décadas, muchos chinchanos viajaban cada octubre a Ica para rendir homenaje al Señor de Luren.
Sin embargo, este peregrinaje era un sacrificio que implicaba altos costos y pérdida de días laborales.
Ante esta situación, los devotos de Chincha decidieron crear su propia imagen del Señor Crucificado, una réplica local que les permitiera vivir su fe sin tener que desplazarse a otras ciudades.
Este acto de unión fortaleció la identidad religiosa de Chincha, creando una conexión directa entre la fe y la comunidad.
La Elección del Olivo: Un Árbol con Historia
Para la creación de la imagen, los devotos emprendieron la búsqueda de un árbol significativo y adecuado.
Eligieron un olivo centenario ubicado en la chacra de Pedro Napa y Vicenta Martínez, en la localidad de Condorillo.
El 24 de octubre de 1908, una comisión de mayordomos y devotos pidió a la familia Napa Martínez su colaboración para talar el árbol y esculpir la imagen sagrada.
Don Pedro Napa accedió gustosamente, y ese mismo día comenzó la tala, un evento simbólico que marcó el inicio de un nuevo capítulo en la fe chinchana.
La Creación de la Imagen: El Arte de Don Manuel Ortiz
La responsabilidad de esculpir la imagen del Señor Crucificado fue encomendada al artista local Don Manuel Ortiz, quien dedicó cerca de un año para terminar la obra.
La escultura, hecha a partir del robusto olivo, representa a Cristo crucificado y es procesionada tanto en Semana Santa como en el mes de octubre.
Además, mientras Ortiz tallaba la imagen, el carpintero Don Carlos Santana elaboraba el madero que sostendría la figura, sumando esfuerzos para la creación de una imagen única y robusta, adaptada a las dimensiones del olivo y pensada para durar por generaciones.
Fundación de la Cofradía del Señor Crucificado de Chincha
Mientras la escultura avanzaba, un grupo de devotos se reunió para fundar una cofradía, destinada a cuidar y difundir el culto al Señor Crucificado.
En enero de 1909, se formó la primera junta directiva de la Hermandad del Señor Crucificado de Chincha, con Lorenzo Villalta y Toribio Napa como líderes.
Esta organización jugó un papel crucial en la organización de las procesiones y en la consolidación de una tradición que ha perdurado a lo largo de los años.
Primera Procesión y Nacimiento de una Tradición
Tras la finalización de la imagen y la preparación del madero, se construyó un anda especial para la primera procesión.
El 9 de octubre de 1909 se inició un novenario en el Templo de Santo Domingo en honor al Señor Crucificado, y el 17 de octubre, la imagen fue sacada en procesión por las calles de Chincha.
Desde entonces, la procesión del Señor Crucificado se ha convertido en una de las festividades religiosas más importantes de la región, llevándose a cabo sin interrupciones cada Jueves Santo y cada tercer domingo de octubre.
La Importancia del Señor Crucificado en la Cultura Chinchana
La devoción al Señor Crucificado de Chincha es una muestra de la fe, la unión y el esfuerzo de la comunidad chinchana.
Esta historia, que inicia con la tala de un olivo y la creación de una imagen sagrada, simboliza la capacidad de los chinchanos para unirse y mantener vivas sus tradiciones.
Hoy en día, el Señor Crucificado es un emblema de esperanza y fe, inspirando a miles de personas que acompañan su imagen en cada procesión, llenos de gratitud y reverencia.
Conclusión
El Señor Crucificado de Chincha es mucho más que una imagen religiosa; representa la fuerza espiritual y el arraigo cultural de una comunidad que ha sabido mantener viva su fe a través de generaciones.
La historia de esta venerada imagen es un reflejo de la devoción y el compromiso de los chinchanos, quienes año tras año renuevan su fe y su identidad a través de esta festividad.
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