En 1910, la "Hacienda Las Huacas" en Chincha se extendía sobre un vasto complejo prehispánico.
Sin embargo, esta área fue arrasada para convertirla en tierras de cultivo, un claro ejemplo del abandono en el que han caído muchas huacas, así como la falta de investigación arqueológica en Chincha.
Esto ha permitido que huaqueros y personas indiferentes desmantelen asentamientos históricos como este.
Hoy en día, de muchas huacas solo queda el nombre. Tal es el caso de las huacas de Atahualpa, en El Carmen, cerca de donde viven los Morán Monserrate, o las del distrito de Sunampe, por donde residen los hermanos Carpetas (Candelario Almeyda y otros).
A pesar de esto, más al sur, cerca de la Huaca La Centinela, la familia Falcone ha introducido maquinaria para formalizar su reclamo sobre tierras que, por su valor arqueológico, deberían ser intangibles.
Estas imágenes reflejan el desinterés de las autoridades por preservar nuestra herencia milenaria, eliminando lentamente los monumentos arqueológicos y borrando la importancia que la cultura Chincha tuvo en el periodo incaico.