En las montañas de la Sierra, la vida de Leticia se entretejió entre la cruda realidad y los cuentos que el Maestro Víctor Manuel tejía con palabras llenas de esperanza.
Su historia, marcada por la pobreza y la burla, es un testimonio de cómo los sueños pueden ser la chispa que enciende la transformación.
El Maestro Manuel se cuestionaba si los cuentos tenían algún valor para niños que luchaban contra el hambre.
Sin embargo, continuó compartiendo historias, como la de "La Cenicienta", que despertó el aplauso frenético de Leticia, anhelando el milagro de una vida mejor. Pero la burla persistía, y las palabras de aliento se mezclaban con regaños.
El tiempo pasó, y la vida del maestro y de Leticia tomaron caminos diferentes.
Sin embargo, el destino los volvió a unir en un encuentro emotivo donde Leticia, ahora vestida de blanco, reveló su transformación: ¡era doctora! Una princesa del cuento que desafiaba las expectativas y desafectos del pasado.
La huella de Leticia, como la Cenicienta, quedó marcada en el estribo del autobús, pero esta vez, con la fuerza de sus logros. La búsqueda del maestro por encontrarla llevó a una clínica en Parral, donde la realidad superó cualquier cuento. Leticia, lejos de morir, había ganado una beca para especializarse en Italia, llevando consigo su amor por los necesitados.
Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré. No la conocían ni la enfermera ni el conserje. ¡Era demasiada belleza para ser verdad! "Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba. Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella. Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:-La doctora Leticia trabajaba aquí -me contó-. Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.-Ésa es la persona que yo busco -casi grité.- Pero ya no está con nosotros-dijo la directora.-¿Se murió? -pregunté ansioso.-No. La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó ... ahora está en Italia.Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar. Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?Ya no quiero ser el maestro de Leticia: Ahora quiero aprender. Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir cuál fue la varita mágica que la convirtió en la Princesa del Cuento.
Esta historia nos sumerge en reflexiones sobre el poder de las palabras, la magia de los sueños y la fuerza inquebrantable de las mujeres que desafían expectativas.
La narrativa se convierte en un viaje emocional, donde el maestro ya no busca enseñar a Leticia, sino aprender de su evolución, descubrir la varita mágica que la convirtió en la Princesa del Cuento.